lunes, 2 de mayo de 2016

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La mochila docente tiene que estar cargada de metodologías y estrategias que promuevan un proceso de enseñanza-aprendizaje eficaz para el discente. 

Como docentes tenemos que pensar en el uso de diferentes tipos de metodología cuando estamos en clase. Esto tiene un justificación muy simple, no todos los alumnos y alumnas aprenden de la misma manera, por lo tanto no todo se puede enseñar de la misma forma.

Algo que no podemos perder de vista es que las necesidades presentes y futuras de la sociedad tienen que encontrar respuestas en la escuela. Hay que pensar en cómo serán las personas cuando acaben su escolaridad. Es conveniente hacernos varias preguntas: ¿está la escuela actual preparando  a un niño o niña que comienza su educación en el 2016 con 3 años y  acabará con 18 el bachillerato en el 2031 (o como se llame por aquel entonces)? ¿Responde a las necesidades presentes y sobre todo a las futuras? ¿Estamos poniendo todo de nuestra parte para desarrollar las habilidades necesarias para su vida futura?

Según el informe emitido por el Fondo Mundial Económico (Future of Jobs Report), habrá 10 habilidades que se necesitará desarrollar para adaptarse a la 4ª Revolución Industrial allá por el 2020:
  1. Resolución de problemas complejos.
  2. Pensamiento crítico.
  3. Creatividad.
  4. Dirección de equipos y personas.
  5. Coordinación con otros.
  6. Inteligencia Emocional.
  7. Elaboración de juicios y toma de decisiones.
  8. Servicio de orientación.
  9. Negociación.
  10. Pensamiento flexible.
Un buen comienzo para ello es tener en cuenta la Taxonomía de Bloom y el Modelo SAMR (sobre todo si usamos las TIC). Estos dos métodos de enseñanza proponen el desarrollo de una serie de habilidades necesarias para responder a las necesidades sociales futuras. A la vez nos facilita la posibilidad de generar propuestas didácticas basadas en el desarrollo de las competencias clave que la Unión Europea plantea como condición indispensable para lograr que los individuos alcancen un pleno desarrollo personal, social y profesional que se ajuste a las demandas de un mundo globalizado y haga posible el desarrollo económico, vinculado al conocimiento.

Es conveniente abandonar una educación basada, principalmente, en la "adquisición" de conocimientos a partir de ejercicios memorísticos, y pasar a una educación que potencie la adquisición de competencias y habilidades. Hay muchos docentes que piensan que si se da más peso a otros procesos que a la memorización se está dejando de lado el esfuerzo del alumno. Mi pregunta es: ¿qué necesita más esfuerzo y da mejores resultados: memorizar un texto y repetirlo como un papagayo sin entender nada o memorizar, recordar, evaluar, crear, criticar o aplicar lo aprendido dentro de un contexto real?

Por si esto no fuera poco, también tenemos que motivar al alumnado... los alumnos ya tienen que venir motivados de casa. (Dicen algunos).

Pues sí, tenemos que motivar a nuestros alumnos y alumnas como buenos líderes que somos del aula. ¿Acaso entenderíamos que un jefe de equipo no motive a sus colaboradores? ¿No queremos extraer lo mejor de cada niño o niña? ¿No te gusta que tu director o directora te motive? 

Una buena técnica para eso es aplicar propuestas basadas en la gamificación, este término que cada vez está siendo más utilizado, y que sin querer hemos castellanizado.

Aplicar dinámicas propias del juego ayuda a cubrir necesidades humanas como la recompensa, el estatus, el logro, la superación, el altruismo... A la vez facilita alcanzar el punto más alto de la pirámide de Maslow, la autorrealización, nada mejor para tener una motivación altísima.

En fin, te propongo cambiar el chip y repensar tus clases. No será fácil, claro que no, pero conseguir que tus estudiantes logren mejores aprendizajes (que le servirán para su vida futura) hará que la educación actual sea de calidad.





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